¿Qué dirían los cuerpos si no fueran nuestros?
Si este atardecer, tan rojo,
tan simple, fuera el último de la historia.
Las nubes, los cielos de mayo que no caen,
se deslizan.
La noche fría que atormenta a las flores.
Los ojos del tiempo puestos en una luna a medio hacer.
El olvido que escribe la primera página de su diario:
otro día más de esta primavera.
La mañana que riega el mundo.
Las flores con rocío de antaño;
el lugar que alberga la esperanza de lo añejo.
Sin sitio para el ruido ajeno. La soledad vence.
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