En algún otro lugar
que no juzgue.
En el mito de su creación
un árbol pelado de invierno.
Nada más simple.
Y el cielo de noche
y al azul del día.
Allá los mares surcan sus recuerdos
en busca de algún inicio olvidado.
Se mueven entre confines pacíficos
necesarios para el otro.
El agua que no imita,
crea.
Y un vaivén:
arriba, abajo. Sube y se repliega; la marea.
La ola que desfallece
y retorna a su seno.
Sin invierno.
Ni hojarasca.
El agua que no imita,
la ola que se funde con
la arena.
El árbol con frutos,
la vida prosigue.

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