El aire golpea la fachada,
el viento congela los cristales de los coches
ya de madrugada;
de noche, cuando las aves duermen,
se vierte el silencio en las calles.
Y yo me digo:
al azar entre tanta situación
¿acaso soy más libre que aquél?
Y el pájaro que de mañana se posa en la antena
pía
(o canta),
hace rechinar su pico como hablando con sus semejantes.
Y yo me digo:
¿acaso soy más libre que él?
Y que el pez que surca aguas claras
y que el ciervo que remonta nacientes colinas.
Y el mundo dice:
eres libre
porque te lo han dicho.
Y no me lo creo.

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