Los gorriones seguirán fuera
y por la noche dormirán
bajo el cielo eterno
estrellado.
El sol que sale
y que vuelve.
Se va. Se fue.
Los árboles inocentes
desnudos como prisioneros
ante el pelotón armado:
no tienen defensa, pero persisten.
Las cigüeñas en la iglesia
tan desconcertadas como un reloj a deshora.
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