El mundo se está volviendo loco, pero los que ya lo estábamos de antes llevamos ventaja sobre el resto. Lo cierto es que la ventaja tampoco es muy superior en términos comparativos, no obstante, vale para consolarse. «Yo ta estaba mal de la cabeza de antes» nos decimos entre nosotros para convencernos de que de algo vale leer mucho y salir poco.
En los días que llevo de confinamiento total y absoluto, alrededor de cincuenta y pico, he pasado por muchas fases, pero lo que no he dejado de hacer es leer y escribir casi a la vez. Leer me transporta a otros lugares, lejos o cerca de donde realmente se supone que estoy; escribir me hace mejor persona y convierto pensamientos aislados en textos estructurados con sentido. Estas dos actividades las compagino con el resto: ver películas, comer, dormir o hacer algo de vez en cuando para la universidad. Esta última parte de mi rutina es la más tediosa sin duda alguna. Hombre, supongo que algo tendrá que ver que el resto de cosas sean prácticamente ocio puro y duro, pero a lo que vamos.
No me ha gustado bastante la universidad desde el momento en el que la conocí. Supongo que por cosas como las que voy a relatar, sin embargo, eso no quita que las actividades que allí tienen lugar no sean necesarias o fundamentales para la futura inserción laboral o la creación de una mentalidad crítica. Una de las cosas que más me atormenta (entiéndase por favor la exageración) es el tema de las citas en los trabajos académicos. Soy fiel defensor de la consulta de una nutrida bibliografía, pero estar citando párrafo por párrafo el autor de esa idea en concreto me pone malo.
No, no soy defensor del plagio ni nada por el estilo. Sólo reflexiono sobre la necesidad o ausencia de la misma a la hora de redactar un breve trabajo académico. Todo lo que no esté citado puede llegar a ser considerado plagio y, por tanto, será motivo de suspensión y hasta denuncia. Es decir, que aunque uno saque sus propias conclusiones a través del ejercicio de la lectura comprensiva y crítica de algo, se debe citar la fuente de donde se ha sacado la cosa. Bueno, lógica tiene toda la del mundo, ahora bien, no podrán negar que para los que, como yo, escriben asiduamente de seguido sin preocuparse por referencias implícitas en sus textos, sea un absoluto horror crear trabajos en serie de este tipo.
Supongo que la gente no se aficiona a la escritura por este tipo de cosas. La mayor parte de la sociedad desconoce lo que se puede llegar a sentir cuando se escribe libremente sin ataduras de ningún tipo. Además, es una actividad gratuita y legal como pocas. Escribir se puede escribir lo que sea, da un poco igual. Yo empecé escribiendo poesía y aquí estoy. El caso es hacerlo, ponerse frente a una hoja en blanco y dar rienda suelta a la mente, sin ataduras de ningún tipo.
Escribir es un ejercicio seguramente terapéutico que es recomendado por todos los que lo practican. Encima no cansa y se puede hacer a cualquier hora del día. No tiene fecha límite ni extensión pautada. Escribir es maravilloso.
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