De vez en cuando hablo con mi padre de política. No lo hago a diario porque, a pesar de tener el mismo ideario general, discrepamos en muchas cosas y se pone muy nervioso. Me gusta hacerlo, pero no todos los días no vaya a ser que le dé un chungo al pobre hombre porque su hijo cabrón le chincha.

Lo que pasa es que mi padre habla de política con mucha gente, televisión incluida. Debate con Pedro Sánchez cada vez que usurpa los píxeles que con esfuerzo ha pagado, sin embargo, nunca le suele contestar lo que quiere. Ni a él ni al resto de españoles porque es miembro del Ministerio de la Mentira. Orwell ideó en su maravillosa obra 1984 el Ministerio de la Verdad, que sería una organización gubernamental y criminal a partes iguales que se dedicaría a perseguir a los disidentes a través de la Policía del Pensamiento y a hacer creer a los ciudadanos lo más conveniente dependiendo del momento o situación.

El Ministerio de la Mentira es el tinglado que han creado Pedrito, Pablito y la madre que los parió a todos. Salvador, nombre poco apropiado para este tipo, también formaría parte del selecto club. Este ministerio se dedicaría a mentir con descaro diariamente a todos los españoles a la cara, eso sí, televisión de por medio. Recibe ese nombre porque su única función es la mentira, el embuste, la trola, el engaño, la treta, la triquiñuela o como quieran llamarlo. No saben hacer otra cosa y en vez de aprender a decir la verdad, por aquello de que no mola leer y ser transparente, continúan con su farsa. Muertos por aquí y curados por allá: miren cómo estamos.

Esta gente se dedica profesionalmente a dividir al pueblo en sectas, células que se organizan fundamentalmente en dos bandos: los buenos (adeptos) y los malos (el resto). Otro de sus entretenimientos financiados es el de dejar a España como el hampa de Europa, ser la cuna del fracaso, marginalidad y mediocridad del entorno. Lo están consiguiendo con eficacia y rapidez.

Me pregunto, aunque sé que no, si esta gente se habrá planteado siquiera leer algo relacionado con la ética, la moral o la filosofía. Llego a cuestionarme si, en efecto, se han planteado leer algo. Supongo que no y si me equivocara, erraría por poco porque esos tiempos ya habrían pasado. De otro modo no formarían parte de una banda criminal y negligente bautizada como Ministerio de la Mentira.