Imagínense en una playa, el país que elijan, o en una montaña, eso ya a gusto de cada uno. En una mano tienen la bebida que más les guste y la otra libre para lo que quieran. Ven el paisaje de sus sueños mientras están con la mejor compañía. Sólo por imaginar.

La imaginación nos tiene jodidos porque ni estamos en la playa ni vamos a estarlo durante un tiempo. Como mínimo, y ya les adelanto que más en una primicia que poco tiene de tal, hasta el 9 de mayo. No sé si nos quitaremos o no el sayo, pero de casa no salimos.

Se plantean varios dilemas cuando uno piensa que por esas fechas ya llevará un par de meses en su hogar encerrado cual preso. Uno de ellos es el de siempre: qué hacer con la vida en general, pero se resuelve más o menos rápido: lo que normalmente. Seguiremos siendo nosotros mismos aunque encerrados a causa de un virus cabrón y un Gobierno negligente. No sé si los niños deberán salir a la calle o no, tampoco me voy a pronunciar sobre el tema porque no tengo ni idea de los efectos que podría llegar a tener dicha medida.

Se plantea que el archipiélago canario comience antes a su incorporación a la normalidad. No estaría del todo mal teniendo en cuenta que el impacto del coronavirus en algunas de las islas es mínimo o inexistente. No debemos pensar como siempre, no porque en Madrid no salgamos hasta el año que viene tiene que seguir encerrada toda España. Hay que ser consecuente y mirar por el bien común, que cabe recordar que es el bien de todos los individuos de una sociedad, no el de la mayoría.

Plantearnos planes de futuro alternativos suena ahora un poco absurdo porque lo fundamental se centra en el hic et nunc como diría un romano, en el aquí y el ahora. Por imaginar, imaginemos porque gracias a Dios sigue siendo lícito y gratis. Siempre nos quedará la libertad de poder escribir unas líneas de desahogo a diario y el consuelo de que alguien lo lea.