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La teoría del décimo hombre

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La negligencia del Gobierno español está causando una catástrofe humanitaria y económica no vista desde la Guerra Civil. Algunos apuntan a que la incompetencia del Ejecutivo era imprevisible porque tal y como dice la portavoz María Jesús Montero la pandemia no avisó. El virus, por norma general, no llama a la puerta diciendo «hola, buenas tardes, soy el coronavirus y me voy a asentar en España porque es un país en el que se vive bien, pero, gracias a mí, cada vez menos».

Se proporcionan cifras que probablemente sean falsas, pero el ministro de sanidad Salvador Illa dice que «todos los fallecidos diagnosticados con coronavirus se computan como tal», con dos cojones. Si esto no se hiciera, el país en el que vivimos se llamaría República Popular de España y seríamos como China, pero entre Europa y África. Las cosas son así.

En los últimos días se ha hablado bastante de la Teoría del décimo hombre. Se trata de una regla que se extendió gracias a la película Guerra mundial Z, aunque Israel tiene una oficina que recibe el nombre literal de Oficina del diablo en la que se tratan temas con tesis diferentes u opuestas a las habituales. La teoría en cuestión dice que «si en un consejo hay diez integrantes y nueve están de acuerdo unánimemente con algo, el décimo miembro debe ofrecer una postura contraria, incluso si piensa igual que los otros nueve». Es una regla de sentido común básica que puede aplicarse a las decisiones pequeñas como a las más importantes.

En lo que se refiere a la crisis del coronavirus, el sentido común ha brillado por su absoluta ausencia. Lo que verdaderamente sorprende es la falta de discrepancia en el seno de un Gobierno irresponsable. Si se hubiera aplicado esta simple regla o cualquier otra, también vale la de hacer caso a uno de las tres advertencia de la OMS sobre el tema, la cosa podría estar en otro estado. Según Pedro Sánchez, España es el país con la mejor actuación del mundo en la crisis del coronavirus. Este artículo de El Independiente desmiente todas y cada una de las afirmaciones de un dantesco discurso pronunciado en las cortes.

Imagínense qué hubiera sucedido si en vez de exportar material sanitario hasta mediados de marzo se hubieran utilizado los medios de producción para almacenar material sanitario, no como gasto, sino como inversión. Si en vez de pensar «cómo va a pasar esto aquí», se hubiera pensado «vamos a prepararnos por si acaso». Pero no, porque tendemos a pensar que somos inmunes a todo y nada pasará aquí, en España, un bastión de la civilización occidental.

A tomar por culo la teoría, los diez hombres y la madre que los parió a todos. Ahora a tragar con un país destrozado y un Gobierno negligente.

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