Hoy El Español saca un artículo de esos que merece la pena leer. Un militar de la UME comenta la situación, la de verdad no la que nos cuentan, y cómo recogen cadáveres sin descanso durante largos turnos. Estos militares cobran alrededor de 1.300€ al mes. Como para hacérselo mirar.
La cuestión es que hay quienes apuntan donde más duele. Es un disparo certero y, en ocasiones, sólo hace falta uno para que otra persona abra los ojos y se convierta en una cadena. No obstante, todavía existen aquellos que prefieren hacerse el tonto ante la evidencia. Es más cómodo pensar que la situación ya va a mejor que leer las palabras de un militar diciendo que transportan ataúdes en furgonetas alquiladas y sin rotular.
No tenemos, al menos de momento, los mecanismos o herramientas necesarias para comprobar la veracidad de los datos ofrecidos por el Gobierno. Nos los tenemos que tragar porque son las únicas cifras visibles en una catástrofe nacional. Se ha filtrado que los fallecidos en residencias no computan para las estadísticas y la cifra real de muertos es el doble de la oficial, pero por ahora son especulaciones con indicios de veracidad; algo así como una hipótesis con altas probabilidades de hacerse doctrina.
Muchos nos preguntamos si se podría haber evitado o minimizado la situación. La respuesta aparente es un sí rotundo. El cómo lo tenemos bastante claro: anticipando las medidas tomadas. Los que todavía saltan con el «no se podía saber» son los mismos que se creen a rajatabla los datos ofrecidos por China. Cuando se intenta dialogar con algún miembro de ese club siempre salta con el mismo argumento quemado y desmontado: «la manifestación del 8M fue un evento más entre los celebrados ese fin de semana; partidos de fútbol, de baloncesto y el mitin de Vox en Vistalegre». Pues sí, qué vamos a decir. Lo que ocurre es que las competencias de suspender todos esos eventos multitudinarios estaba en manos del Gobierno, sí, ese del PSOE, Podemos e Izquierda Unida. Supongo que la costumbre de criticar al poder hace que cuando estés en él no puedas evitar hacer el ridículo tal y cómo veíamos esta semana en el perfil de Twitter de Podemos donde se reivindicaba al Gobierno una bajada de salario de los diputados. Uno contestó que el Gobierno eran ellos y borraron tuit.
Yo, así, a título personal, reconozco que subestimé lo que estaba por venir, pero por cosas como esas no soy presidente del Gobierno ni ocupo ningún alto cargo político. El verdadero problema es ese, que yo, o algunos de ustedes, podríamos ser políticos de alto nivel y tampoco sería un escándalo. Un ciudadano de a pie puede pensar que el coronavirus no es para tanto, pero el responsable del bienestar de un país no.
La irresponsabilidad política va más allá de las atroces decisiones que, por precisamente no tomar, hipotecaron la vida de miles y miles de personas. Mientras tanto, ministros , ministras y ministres se descojonan en ruedas de prensa, por llamar de algún modo al circo mediático sin medios críticos montado durante la crisis, y se pasan preguntas alegremente para contestar al ciudadano que no sabe si va a cobrar el paro o si mañana debe acudir a su puesto de trabajo. La irresponsabilidad política también recae en los acólitos de una panda de ineptos que no hacen autocrítica; esos que ni se plantean que las cosas podrían haberse hecho mejor.
España es el país con más fallecidos en proporción a su población, pero oye, que la cifra de muertos diarios va bajando, cojonudo, ¿no? Pues no. Ya sabemos que Reino Unido y Francia están verdaderamente jodidos, pero eso no quita que aquí estemos muy mal. El mal del vecino no alivia el propio, señores del Ejecutivo. Como dice el refrán, mal de muchos, consuelo de tontos.
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