Me gusta el buen cine, aunque es cierto que peco de ignorante con respecto al séptimo arte. Me encanta disfrutar las películas, analizar los personajes, desmenuzar cada plano, cada secuencia y deleitarme con la belleza de un diálogo bien construido, sin embargo, tengo bastante mala memoria con los nombres de actores, actrices y directores. Creo que Cadena perpetua es mi película preferida y hasta hoy no sabía que su director, Frank Darabont, es el mismo que el de La milla verde, otra de mis debilidades.
No sé muy bien por qué, mi cuarentena se parece a un ciclo de proyecciones de cine sobre prisiones. No entiendo si es que me gusta mucho el tema o las plataformas de streaming me lo ponen demasiado a huevo, pero llevo una buena racha. Hoy mismo he vuelto a ver las películas comentadas en el párrafo anterior, ambas tratan sobre presidios y ambas son obras maestras. Durante lo que llevamos recluidos en casa también he visto Fuga de Alcatraz, protagonizada por Clint Eastwood en 1979. Al hombre ya se le ve mayor, pero joder con lo que aguanta el tío. También es un peliculón, las cosas como son. Es una de esas películas que por algún motivo me negaba a ver. Un día dije «¿por qué no?» y acabé entretenidísmo frente al televisor disfrutando un producto de buena calidad.
Las películas de cárceles me producen sensaciones contradictorias ahora que no se puede salir de casa. Me siento como un recluso cumpliendo su penitencia, pero por suerte no tengo a ningún celador o guardia tocapelotas que me unte a hostias día sí y día también. Yo, tumbado en cama o sofá, dependiendo de la disponibilidad de los habitáculos, me agobio por la sensación de clausura de unos personajes muy bien construidos mientras pienso en cuándo podré disfrutar de la tan ansiada libertad que se narra en las películas. Por lo menos, me digo bajito, puedo hacer un montón de cosas en casa; por lo menos no estoy aburrido.
Me repito que el sol saldrá mañana por el este. Así, tal cual. Porque la frase está perfectamente construida: sujeto, verbo y complementos, como Dios manda. Y el sol, invariablemente, obedecerá mis directrices y mañana saldrá por el mismo sitio que los último millones de años. Amanecerá de nuevo y llevaré muchos días encerrado en casa, pero con la certeza de que queda menos para que todo vuelva a una cierta normalidad y pueda reírme yo de los que se fugan de prisiones estadounidenses.
Deja una respuesta